En la historia de la democracia española son
muchas las reformas laborales de las que el trabajador ha sido testigo. Todas las formaciones políticas que han Gobernado en nuestro
país han sido precursoras de alguna de estas modificaciones de condiciones laborales. Pero, curiosamente,
ninguna de ellas ha venido a mejorar el entorno de trabajo.
Si hacemos un
breve pero significativo repaso de estas reformas llegaremos a una interesante
pero deprimente conclusión. Lean y juzguen ustedes mismos.
·
PSOE – Felipe
González – 1984.
o La primera gran Reforma Laboral, tras la aprobación del Estatuto de los
Trabajadores en 1980. El objetivo fue aumentar la flexibilidad del mercado de
trabajo mediante la reducción de las
indemnizaciones por desempleo. La consecuencia fue la segmentación del
mercado laboral y aumento de la temporalidad. Con ella se liberaliza los contratos temporales y el empresario no tiene que
justificar este tipo de contratación. La excusa que el Gobierno utilizó para
apoyar esta ley fue que “más vale tener un empleo con pocos, o ningún derecho,
que no tener empleo”.
·
PSOE – Felipe
González – 1992.
o Tercera Reforma
Laboral, (la Segunda
Reforma Laboral mediante el Proyecto del Plan
de Empleo Juvenil fue retirada tras
las movilizaciones de huelga general del 14 de diciembre de 1988), Decreto-ley
1/1992 del 3 de abril de medidas urgentes de fomento de empleo y protección del
desempleo. Con el llamado decretazo se aprobaron, fundamentalmente las siguientes
medidas: disminuir los parados con derecho a prestación, elevar la duración de los contratos temporales, disminuir la cuantía y el
periodo de percepción de las prestaciones, y disminuir la aportación del
Estado. La explicación para esta medida, en un momento con tasa de paro que
llegó a superar el 20%, fue que “las prestaciones a los desempleados
desincentivan la búsqueda de empleo”.
·
PSOE – Felipe
González – 1994.
o Cuarta Reforma
Laboral y quizás la más importante en cuánto a la modificación del Estatuto
de los Trabajadores se refiere. Esta ley tenía el doble objetivo de reducir la
tasa de paro, que ya alcanzaba el 24%-25% y la tasa de temporalidad que superaba el 30%.
Para ello, se reduce el coste de los
despidos incorporando el “despido económico” (el empresario podía despedir
al 10% de la plantilla sin necesidad de recurrir ERE), se restringe el uso de
los contratos temporales promocionando
los de tiempo parcial y los aprendizaje (los llamados contrato-basura para
los jóvenes), y se instauran las ETT. Las condiciones de trabajo se vieron
alteradas en aspectos como la movilidad
funcional y geográfica, la polivalencia de los puestos de trabajo, la
jornada laboral, vacaciones y descansos, conllevando una desregulación
importante de la negociación colectiva.
·
PP – José María Aznar- 1997.
o Quinta Reforma
Laboral. El objetivo era reducir la inestabilidad laboral. Aparece un nuevo
contrato indefinido (para un grupo determinado de colectivo), el llamado “fijo
barato” con menor coste de despido
(de 45 días con un máximo de 42 mensualidades a 33 días con un máximo de 24
mensualidades) y se sustituye el contrato de aprendizaje por el contrato para la formación, nueva modalidad de “contrato-basura” destinado al
colectivo joven. Con estas medidas, sectores como la construcción alcanzaron
una tasa de eventualidad del 60% frente al 20% de la UE.
·
PP – José María
Aznar – 2001.
o Sexta Reforma
Laboral. El gobierno del PP, ya en mayoría absoluta, efectuó la reforma
laboral por Real Decreto, más tarde convalidado por Ley 12/2001 de 9 de julio.
Su objetivo era suavizar las altas tasas de temporalidad, para ello se reduce
en mes y medio la limitación máxima de los contratos eventuales que pasaron de
13 meses y medio a 12 meses, se amplia
el colectivo de los contratos “fijos baratos” y se impone una indemnización
a la finalización de los contratos temporales más utilizados, de 8 días de
salario por año de trabajo. En definitiva, esta reforma no fue más que una
consolidación de la anterior.
·
PP – José María
Aznar – 2002.
o Séptima Reforma
Laboral. El decreto de 25 de mayo de 2002 llamada el “decretazo” donde se modifica las prestaciones por desempleo,
contra “quienes no quieren trabajar”, según el presidente Aznar, y un nuevo
abaratamiento del despido. Esta reforma establece la posibilidad de
eliminar los salarios de tramitación en el supuesto del despido disciplinario
improcedente si el empresario reconoce la improcedencia y deposita la
indemnización en 48 horas. Esta ley sufrió un cambio de reorientación tras la
huelga del 20 de junio de 2002 pero en definitiva se impuso, ocasionando, entre
otras cosas el aumento de la temporalidad y el incremento de la siniestralidad
laboral como consecuencia de las malas condiciones de contratación y de
trabajo.
·
PSOE – José Luís
Rodríguez Zapatero – 2006.
o Octava Reforma
Laboral. El partido socialista, de
nuevo en el poder, toma como referencia fundamental la del 1997. El objetivo
fue compatibilizar flexibilidad y empleo estable limitando la temporalidad
abusiva Esta reforma rebaja los derechos
de los contratos indefinidos (la cotización por desempleo en la
contratación indefinida pasará gradualmente de un 6% a un 5% y el FOGASA se
reduce del 0,40% al 0,20%), rebaja las cotizaciones empresariales, abarata la
indemnización por despido improcedente de los contratos convertidos de
temporales a fijos (con lo que el empresario puede pagar el despido con las
bonificaciones recibidas por la conversión), fomenta aún más el contrato para la formación (“contrato-basura”
sin derecho a prestación por desempleo) y promueve
la contratación temporal de las ETT mediante las rebajas de las
cotizaciones.
·
PP – Mariano
Rajoy – 2012.
Aunque
no se ha hecho un repaso exhaustivo con todos los puntos de cada una de estas
reformas, es suficiente para observar como en cada paso, en cada cambio, el
trabajador pierde derechos y gana obligaciones. Las condiciones laborales han sido pisoteadas una y otra vez sin miramientos
por el Equipo de Gobierno correspondiente.
Durante
estos años de democracia hemos tenido diferentes Presidentes, de diferentes
partidos y con diferentes ideales, pero todos, sin excepción, han hecho
exactamente lo mismo con los derechos de los trabajadores, alegando en todo
momento, la necesidad de un cambio urgente en las condiciones laborales para la
mejora de la creación de empleo.
Tal
vez esta reflexión nos sirva para comprender que la “esclavitud” laboral no es
dependiente de los colores del partido que regente el poder. E incluso, me
atrevería a decir, que tampoco es dependiente del ciclo económico dónde nos
encontremos. Es más bien dependiente de
la facilidad que supone “maltratar” al trabajador frente a imponer obligaciones
a los empresarios.
Estamos
viviendo en una sociedad permisiva con la
patronal. La ley y los poderes públicos fomentan sus derechos frente a las
obligaciones de los obreros, pero nunca protegen los derechos de los
trabajadores frente a la falta de cumplimiento de las obligaciones de los
empresarios.
El
empresario mimado, cada vez más, por las leyes laborales se permite el lujo de
no pagar a sus trabajadores, de pagarles tarde, de exigirles horas extras
gratuitas, de amenazarles con el despido, de acosarles para obligarles a marcharse
sin la indemnización que les corresponde… Y mientras esto pasa, la Inspección de Trabajo,
los Jueces, la Seguridad Social,
las Mutuas de Trabajo y los Gobiernos, con sus Reformas Laborales, miran para
otro lado.
Los
trabajadores son el principal pilar de
una sociedad y de una economía creciente, sin ellos, por muchas empresas
que se creen, no existirá riqueza económica. Más les valdría cuidarlos.
Paolo
Mercale
Abril
2012
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Las tendencias en las reformas de trabajo son cada vez más abruptas; y por eso es necesario tomar las medidas necesarias para poder hacer de esto algo más estable.
ResponderEliminarJacobo Gordon